sábado, 5 de junio de 2010

Diego Velázquez

(Diego de Silva Velázquez; Sevilla, 1599 - Madrid, 1660) Pintor español. Además de ser la personalidad artística más destacada de su tiempo, Diego Velázquez es también la figura culminante del arte español, sin rival hasta los tiempos de Goya .

Diego Velázquez realizó su aprendizaje en Sevilla, en el taller de Pacheco, con cuya hija casó en 1617. Cuando todavía era un adolescente, pintó algunas obras religiosas (La Inmaculada Concepción, La Adoración de los Reyes Magos) con un realismo inusual y pronunciados efectos de claroscuro. A la misma época pertenece una serie de obras de género con figuras de prodigiosa intensidad y una veracidad intensísima en la reproducción tanto de los tipos humanos como de los objetos inanimados; entre otros ejemplos se pueden citar Vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla.

También por entonces pintó inusitados cuadros de temática religiosa ambientados en escenarios cotidianos, como Cristo en casa de Marta o Cristo en Emaús; de hecho, la capacidad de convertir las escenas religiosas en algo cercano y realista constituye una característica del barroco sevillano que Velázquez legó a otros artistas de su tiempo.

Estas obras, de un estilo por lo demás muy distinto del de su época de madurez, le valieron cierta reputación, que llegó hasta la corte, por lo que en 1623 Diego Velázquez fue llamado a Madrid por el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, para que pintara un retrato del rey; tanto gustó la obra al soberano que lo nombró pintor de corte.

Las Meninas, de Velázquez

Comenzó así para Velázquez una larga y prestigiosa carrera cortesana, a lo largo de la cual recibió destacados títulos, como los de ujier de cámara y caballero de la Orden de Santiago. Desde su nombramiento oficial hasta el final de sus días pintó numerosos retratos de Felipe IV y de diversos miembros de su familia, a pie o a caballo.

Se trata de obras de gran realismo y excepcional sobriedad en las que el magistral empleo de la luz sitúa los cuerpos en el espacio y hace vibrar a su alrededor una atmósfera real que los envuelve. Los fondos, muy densos al principio, se suavizan y aclaran luego, con el paso del tiempo. En los retratos femeninos (el de Mariana de Austria, por ejemplo), el artista se recrea en los magníficos vestidos, en los que muestra sus grandes cualidades como colorista.

La culminación de su carrera como retratista es Las Meninas, considerada por algunos como la obra pictórica más importante de todos los tiempos. Hay que destacar igualmente las incomparables series de enanos y tullidos de la corte. Velázquez realizó dos viajes a Italia, uno en 1629-1631 y otro en 1648-1651. En ambos produjo obras importantes: La túnica de José y La fragua de Vulcano en el primero; los retratos de Juan de Pareja y de Inocencio X en el segundo; el del Papa es un retrato portentoso, dotado de una vivacidad, una intensidad y un colorismo excepcionales.

La rendición de Breda, de Velázquez

Al genio sevillano se debe también una obra maestra de la pintura histórica, La rendición de Breda, pintada en 1634 para el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro de Madrid. El mérito de la obra reside en la ausencia del engolamiento habitual en los cuadros de temática histórica y en la plasmación de las facetas más humanas del acontecimiento; la composición admirablemente resuelta y la atmósfera de extraordinario realismo han hecho de esta obra una de las más conocidas del maestro.

Artista prolífico, Diego Velázquez dejó también importantes creaciones de temática religiosa (Crucificado) y algunas de tema mitológico en clave cotidiana, como Los borrachos oLas hilanderas, ésta una de las obras capitales del artista por la perfección que alcanza en ella la perspectiva aérea. El tono de cotidianidad, de acontecimiento vivo, confiere a estas realizaciones un particular atractivo.

De temática mitológica es así mismo la magistralVenus del espejo, el único desnudo femenino que pintó y uno de los pocos de la historia de la pintura española. Poco conocido fuera de España hasta el siglo XIX, Diego Velázquez es hoy considerado uno de los grandes genios de la pintura universa

Bartolomé Esteban Murillo

Nacido el 31 de diciembre de 1617 en Sevilla. El día 1 de enero de 1618, es bautizado en la Iglesia de la Magdalena de Sevilla, como el menor de los catorce hijos de Gaspar Esteban (barbero cirujano) y María Pérez. Cuando sólo cuenta diez años, queda huérfano, tras morir su padre el 27 de julio de 1627, muere su madre el 8 de enero de 1628.

Pasa a vivir con su hermana Ana y su marido, el cirujano Juan Agustín Lagares, que a partir de éste momento se convierte también en su tutor. A los catorce años, entra a formar parte de una de las cuatro grandes escuelas que hay en Sevilla, la de Juan del Castillo.

Gracias a las colecciones privadas de su ciudad, conoció la obra de los maestros barrocos italianos y flamencos. Se traslada a Madrid (no se conoce la fecha exacta de éste viaje). De 1638 data el primer cuadro del que se poseen noticias. La visión de Fray Lauterio. Al año siguiente pinta La Virgen del Rosario, del Palacio Arzobispal de Sevilla.

Desde sus primeras obras, representaciones de la Virgen María y la Sagrada Familia, pintó en un tono más humano y sencillo, introduciendo pequeños detalles y escenas de la vida cotidiana.

pinturas de Murillo

Las obras que crea despiertan admiración, y sirven para acrecentar su fama y para la consecución de numerosos encargos. Su pintura, a partir de 1640, se va perfeccionando y se caracteriza por una especial dulzura en el modelado y una entonación más diáfana.

El 7 de febrero de 1644 ingresa en la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario y al poco tiempo solicita acerse cargo de una serie de pinturas en el Claustro Chico del Monasterio de San francisco. El conjunto comprende once telas de tamaño natural, entre las que se destaca un San Francisco en Éxtasis, San Felipe, La muerte de Santa Clara y San Gil delante del Papa, además de los cinco episodios de la Vida de San Diego de Alcalá.

La admiración que suscitan éstas obras entre sus contemporáneos es extraordinaria. Consigue el pintor obras de gran calidad como La Cocina de los Ángeles. Entre 1645 y 1646 trabajó en 11 escenas de vidas de santos que le dieron popularidad. En el año 1660 fundó y presidió la Academia de Dibujo de Sevilla. Destacó en la interpretación de niños marginados de manera bastante emotiva, como por ejemplo en el Niño pordiosero (1645, Museo del Louvre, París).

Desde 1671 hasta 1674 trabajó en las pinturas de la iglesia de la Caridad de Sevilla, hoy en varios museos de San Petersburgo (Rusia), Madrid (el Museo del Prado conserva numerosas obras suyas) y Londres.

Sus pinturas de santos, auténticos retratos de personajes españoles de la época, corresponden al realismo imperante en el arte religioso del siglo XVII. Muere el 3 de abril de 1682, a consecuencia de un golpe sufrido al caer de un andamio mientras pintaba Los Desposorios de Santa Catalina del retablo mayor de los Capuchinos de Cádiz.

Se ha dicho de Murillo que es el pintor de la Inmaculada Concepción, misterio por el que los contemporáneos del artista sintieron especial devoción. Sólo en el Museo del Prado hay cuatro. Y hasta en San Petersburgo (Rusia) se encuentra otra de ellas.

Sus obras más numerosas e importantes son las religiosas, y, entre las de género y retrato destacan las de los niños y ángeles, tiernas, dulces y casi irreales. Se calcula el número de sus pinturas ciertas en unas cuatrocientas ochenta.

Bartolomé Esteban Murillo


Claudio Coello

Pintor español, uno de los principales representantes de la escuela barroca madrileña. Como la mayor parte de sus contemporáneos, pintó retratos y obras religiosas, siendo un extraordinario compositor de cuadros de altar. También destaca como pintor de frescos, técnica poco frecuente entre los pintores españoles de su tiempo. Nació en Madrid en 1642, en una familia de origen portugués. Se formó con Francisco Rizi, pintor de la escuela madrileña. Con él aprendió el lenguaje del barroco decorativo, basado en una concepción dinámica y escenográfica, con gran riqueza de color y una ejecución suelta y vibrante. Como la mayoría de los pintores de la segunda mitad del siglo XVII relacionados con la Corte recibió la influencia de Rubens y de la escuela veneciana, así como la de Velázquez, a quien debe su especial habilidad para captar la atmósfera y la perspectiva espacial. Su estilo se caracteriza por una marcada preferencia por las composiciones con gran número de personajes. Entre ellas destaca su obra maestra, La Sagrada Forma, que pinta para la sacristía del monasterio de El Escorial en 1685. Se trata de un magnífico ejemplo de solución espacial, interpretado con el lenguaje teatral e ilusionístico propio del barroco. Escena religiosa y a la vez cortesana, es también una magnífica galería de retratos, en la que aparecen representados los principales personajes de la corte, encabezados por el propio monarca Carlos II, quien se arrodilla en oración ante la Sagrada Forma. Otras obras suyas son, La comunión de santa Teresa (Museo Lázaro Galdiano, Madrid), Triunfo de San Agustín (1664, Museo del Prado, Madrid) y Virgen del Rosario con santo Domingo de Guzmán (Academia de Bellas Artes, Madrid). Autor de retratos de gran calidad, realizó también decoraciones murales con arquitecturas fingidas, inspiradas en modelos italianos. A pesar de ser el pintor español más importante del último tercio del siglo XVII, no llegó a ser pintor de cámara hasta 1685.

Francisco de Zurbarán

Francisco Zurbaran nació el 7 de noviembre de 1598 en Fuente de Cantos, Badajoz. Hijo de un comerciante vasco afincado y casado en Extremadura. Francisco Zurbaran fue aprendiz de Pedro Díaz Villanueva, pintor de imágenes piadosas, hasta que en 1617 viaja a Llerena. Francisco Zurbaran se establece como pintor y contrae matrimonio en 1618 con María Páez. Ella muere en 1623 y en 1625 Francisco Zurbaran se casa con Beatriz de Morales. En el año 1629 Francisco Zurbaran se instaló en Sevilla durante 30 años, que abandonó para trasladarse a Madrid y pintar la serie mitológica de Los trabajos de Hércules (Museo del Prado, Madrid) y dos cuadros debatallas para el palacio del Buen Retiro. La primera obra conocida de Francisco Zurbaran es la Inmaculada Concepción (1616, Colección Valdés, Bilbao) pintada cuando contaba 18 años. También un Cristo crucificado (1626-1630, Museo de Bellas Artes de Sevilla). Sus obras principales son retablos y series de lienzos para conventos. Para el Colegio Franciscano de Sevilla llevó a cabo el ciclo de Historias de san Buenaventura (1629, repartido en diversos museos) y para los mercedarios de Sevilla las dos Visiones de san Pedro (1629, ambas en el Museo del Prado). Obra destacada es La apoteosis de santo Tomás de Aquino (1631, Museo de Bellas Artes de Sevilla), pintada originariamente para el colegio mayor de Santo Tomás en Sevilla. De 1630 a 1635 Francisco Zurbaran realizó las pinturas para Nuestra Señora de las Cuevas, en Triana. A finales de la década de 1630, Francisco Zurbaran realizó las pinturas del monasterio de Guadalupe (1638-1645), y la serie para la cartuja de Jerez (1633-1639).Francisco Zurbaran también pintó retratos (Conde de Torrelaguna, en el Museo de Berlín), los cuadros históricos (Socorro de Cádiz, Museo del Prado) y sobre todo los bodegones. Destacan los bodegones del Museo de Cleveland y del Museo del Prado (Bodegón). Francisco Zurbaran falleció el 27 de agosto de 1664, sumido en la pobreza.

Alonso Cano

(Granada, 1601-id., 1667) Escultor, pintor, arquitecto y dibujante español. Su padre, maestro ensamblador, se estableció en 1615 en Sevilla, ciudad en la que se formó Alonso como pintor y escultor en los dos talleres más importantes de la época: el de Pacheco, donde tuvo como compañero a , y el de Martínez Montañés.

Permaneció en Sevilla hasta 1638, trabajando fundamentalmente como escultor, faceta en la que logró un gran reconocimiento. Sus esculturas suaves, tranquilas y de expresión un tanto melancólica no reflejan en absoluto el temperamento del artista, hombre impetuoso y violento, encarcelado en varias ocasiones y a quien se llegó a acusar de haber asesinado a su esposa.

Realizó retablos y figuras exentas, y sobre todo en estas últimas creó una tipología propia, caracterizada por siluetas esbeltas, ensanchadas en el centro y estrechadas hacia los pies. También consiguió dar un sello propio al tratamiento de los ropajes, en los que predomina la línea curva. Además de las cuatro estatuas de santos para el convento del Santo Ángel de Granada, su obra más valorada y quizá la más representativa de su estilo es la Inmaculada Concepción de la catedral granadina.

En 1638, el conde-duque de Olivares lo nombró pintor de cámara, por lo que se trasladó a Madrid, donde más adelante Felipe IV le encomendó la restauración de las colecciones reales. En la capital, Cano trabajó sobre todo como pintor, faceta en la que evolucionó desde un estilo marcado por los fuertes contrastes de claroscuro hacia obras de tonalidades más claras, influidas por el colorido veneciano.

La última etapa de su actividad tuvo como escenario Granada, ciudad en la que residió a partir de 1652 y en la que obró la fachada de la catedral (que sustituyó a la de Diego de Siloé), una de las realizaciones más originales y atrevidas del barroco español. Fue también un gran dibujante, y precisamnte por haber cultivado todas las artes mayores ha sido calificado a veces de «Miguel Ángel español».

Juan Martínez Montañés

(Alcalá la Real, España, 1568-Sevilla, 1649) Escultor español. Es una figura sobresaliente de la escultura en madera policromada, la técnica escultórica que alcanzó mayor desarrollo en la España de los siglos XVI-XVII. Su nombre y el de Gregorio Fernández suponen los puntos culminantes de este arte peculiar, que respondió al ambiente de piedad y devoción característico de la Contrarreforma. De ambos, el último capitalizó la escuela castellana de la talla en madera, mientras Martínez Montañés fue la cabeza visible de la escuela andaluza o sevillana.

Llevó a cabo una producción vastísima, religiosa en su totalidad con la única excepción de un busto de Felipe IV (perdido), que debía servir de modelo para la estatua ecuestre encargada al italiano Pietro Tacca. El Cristo de la clemencia y La Inmaculada Concepción de la catedral de Sevilla se cuentan entre sus estatuas más admiradas. Pero su obra maestra es el retablo mayor del monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, que incluye las magníficas figuras orantes de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y doña María Alonso Coronel.

Su obra influyó en escultores como Alonso Cano y Juan de Mesa, de quienes fue maestro, y también en los principales pintores de la escuela sevillana del siglo XVII, entre ellos Velázquez y Zurbarán. Pacheco mantuvo con él una estrecha relación y a menudo policromó sus estatuas.


La Virgen de la Inmaculada

Juan Gómez de Mora

El arquitecto Juan Gómez de Mora es una de las principales figuras del primer barroco en España.Nació en 1586. Era hijo de Juan Gómez, pintor de cámara de Felipe II y de Francisca de Mora, hermana del arquitecto Francisco de Mora. Se formó con su tío Francisco de Mora que era Maestro Mayor de las Obras Reales y Maestro Mayor de Obras de la Villa. Recibió la influencia del Renacimiento italiano y de la obra de Juan de Herrera.Trabajó en la reforma de la fachada sur del Alcázar de Madridcon su tío y tras su muerte, fue nombrado maestro mayor de las obras y, poco después, arquitecto de Felipe III.Su enemistad con el conde-duque de Olivares hizo que en los primeros años del reinado de Felipe IV, fuera sustituido del cargo y desterrado a Murcia. En 1643 volvió a la corte y recuperó su antiguo cargo, en el que permaneció hasta su muerte, en 1648.Su actividad constructiva se desarrolló principalmente en Madrid. Sus edificios son ordenados y en ellos predomina la simetría, aunque tienen gran riqueza decorativa. Sus obras son esencialmente clasicistas, pero debido a su tendencia al enriquecimiento decorativo, se consideran de transición al Barroco.


Alcázar de Madrid

Alcázar de Madrid

José Ribera


San Juan de Ribera o según algunas fuentes Juan de Rivera (Sevilla, 27 de diciembre de 1532 - Valencia, 6 de enero de 1611), fue un santo patriarca latino de Antioquía y hombre de estado español.De extracción o posición social noble, su padre, Per Afán de Ribera, era duque de Alcalá, marqués de Tarifa y posteriormente al nacimiento de Juan, virrey de Cataluña y de Nápoles. Se quedó huérfano de madre siendo muy niño y con esto creció sin el amor materno.Estudió en la prestigiosa para la época Universidad de Salamanca, con teólogos tales como Melchor Cano y Domingo de Soto. Cuando tenía unos pocos años de ser sacerdote y contaba solamente con 30 años de edad, en 1562, con el Papa Pío IV, fue nombrado obispo de Badajoz. Allí se dedicó con toda su alma a adoctrinar a los católicos e ir en contra del nuevo movimiento de los protestantes.Y, más tarde, fue nombrado arzobispo de Valencia, y patriarca de Antioquía (1568), a fin de que pudiera afrontar los graves problemas planteados por los moriscos valencianos. El Rey lo nombró virrey de Valencia, y así llegó a ser al mismo tiempo jefe religioso y jefe civil.Escribió numerosas obras. Desde 1569 hasta 1610, hizo 2715 visitas pastorales a las parroquias y los resultados de esas visitas los dejó en 91 volúmenes con 91,000 páginas.Al fin, tras treinta años de frustrados intentos, utilizó su posición e influencias para ser uno de los principales impulsores y el más firme abogado ante el rey de la expulsión de los moriscos de 1609.Celebró siete Sínodos, o reuniones con todos los párrocos.Fundó el Real Colegio Seminario del Corpus Christi, conocido entre los valencianos con el nombre deEl Patriarca, tuvo como cometido principal la formación de sacerdotes según el espíritu y las disposiciones del Concilio de Trento, tal y como recoge el mismo fundador en las constituciones, y se convirtió así en un ejemplo y paradigma de la Contrarreforma en Valencia. El clima religioso de la Contrarreforma y a la personalidad y al mecenazgo artístico del fundador, lo convirtió en una de las figuras más influyentes de este periodo, que llegó a ocupar los cargos de arzobispo de Valencia, patriarca de Antioquía, virrey, capitán general, presidente de la Audiencia y canciller de la Universitat. San Pío V le había llamado, hacía cuarenta años, lumen totius Hispaniae (lumbrera de toda España).

Martirio de San Felipe

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